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SECCION CUARTA
LA PRODUCCION DEL PLUSVALOR
RELATIVO
CAPITULO X
CONCEPTO DEL PLUSVALOR RELATIVO
Hasta aquí, a la parte de la jornada laboral que no produce más
que un equivalente del valor de la fuerza de trabajo pagado por el capital,
la hemos considerado como una magnitud constante, y lo es en efecto bajo determinadas
condiciones de producción, en determinado estadio del desarrollo económico
de la sociedad. El obrero podía trabajar 2, 3, 4, 6 horas, etc., por
encima de este tiempo de trabajo necesario. De la magnitud de esta
prolongación dependían la tasa del plusvalor y la magnitud de
la jornada laboral. De esta suerte, si el tiempo de trabajo necesario era
constante, la jornada laboral total era, a la inversa, variable. Supongamos
ahora una jornada laboral cuya magnitud y cuya división en trabajo
necesario y plustrabajo estén dadas. Digamos, por ejemplo, que la línea
a c, esto es, a b c representa una jornada
laboral de 12 horas; el segmento a b 10 horas de trabajo necesario, el
segmento b c 2 horas de plustrabajo. Ahora bien, ¿cómo se
puede aumentar la producción de plusvalor, esto es, el plustrabajo, sin
ninguna prolongación ulterior o independientemente de toda prolongación
ulterior de a c?
Aunque los límites de la jornada laboral a c estén dados,
b c parece ser prolongable; pero no extendiéndolo más allá
de su punto terminal c, que es a la vez el punto terminal de la jornada
laboral a c, sino desplazando su punto inicial b en dirección
opuesta, hacia a. Supongamos [380] que b'b, en la línea
a b' b c, sea igual a la mitad de b c, o
sea a 1 hora de trabajo. Si en la jornada laboral de 12 horas a c se
hace retroceder hasta b' el punto b, entonces b c se convertirá
en b' c, el plustrabajo aumentará en una mitad, de 2 horas a 3,
por más que la jornada laboral conste, como siempre, de 12 horas. Esta
expansión del plustrabajo de b c a b'c, de 2 a 3 horas,
sin embargo, es evidentemente imposible si no se produce al mismo tiempo una
contracción del trabajo necesario: de a b a a b', de 10
horas a . A la prolongación del plustrabajo correspondería
la reducción del trabajo necesario, o, en otras palabras, una
parte del tiempo de trabajo que hasta ahora el obrero en realidad empleaba para
sí mismo, se convertiría en tiempo de trabajo para el capitalista.
Se habría modificado, en vez de la extensión de la jornada laboral,
su distribución en trabajo necesario y plustrabajo.
Por otra parte, la magnitud del plustrabajo evidentemente está
dada si lo están la magnitud de la jornada laboral y el valor
de la fuerza de trabajo. El valor de la fuerza de trabajo, o sea el tiempo
de trabajo requerido para su producción, determina el tiempo de trabajo
necesario para la reproducción de su valor. Si una hora de trabajo se
representa en una cantidad de oro de medio chelín, o sea 6 peniques,
y el valor diario de la fuerza de trabajo asciende a 5 chelines, el obrero tendrá
que trabajar diariamente 10 horas para reponer el valor diario de su fuerza
de trabajo, que le ha abonado el capital, o sea para producir un equivalente
del valor de los medios de subsistencia que necesita cada día. Con el
valor de estos medios de subsistencia está dado el valor de su fuerza
de trabajo [1]; [381] con el valor de
su fuerza de trabajo, la magnitud de su tiempo de trabajo necesario.
Pero la magnítud del plustrabajo se obtiene sustrayendo de
la jornada laboral total el tiempo de trabajo necesario. Si de 12 horas
restamos 10, quedan 2, y en las condiciones dadas cuesta concebir cómo
se puede prolongar el plustrabajo más allá de 2 horas. Sin duda,
el capitalista puede pagarle al obrero tan sólo 4 chelines y 6 peniques,
en vez de 5 chelines, o aun menos. Para reproducir ese valor de 4 chelines y
6 peniques bastaría con 9 horas de trabajo, y de la jornada laboral de
12 horas corresponderían al plustrabajo 3 horas, en vez de 2, mientras
que el plusvalor mismo aumentaría de 1 chelín a 1 chelín
y 6 peniques. Este resultado, sin embargo, sólo se alcanzaría
merced a la reducción del salario del obrero por debajo del valor
de su fuerza de trabajo. Con los 4 chelines y 6 peniques que produce en
9 horas, dispone de 1/10 menos de medios de subsistencia que antes, y de éste
modo sólo se opera una reproducción insuficiente de su fuerza
de trabajo. Aquí el plustrabajo no se prolongaría sino mediante
la violación de sus límites normales, sus dominios no se extenderían
sino mediante el despojo confiscatorio en los dominios del tiempo de trabajo
necesario. A pesar del importante papel que desempeña este procedimiento
en el movimiento real del salario, impide su consideración aquí
el supuesto de que las mercancías, y por tanto también
la fuerza de trabajo, se compran y venden a su valor pleno. Una vez supuesto
esto, la causa de que el tiempo de trabajo necesario para la producción
de la fuerza de trabajo o la reproducción de su valor decrezca, no puede
ser que el salario del obrero disminuya por debajo del valor de su fuerza
de trabajo, sino tan sólo que este valor mismo disminuya. Si está
dada la extensión de la jornada laboral, la prolongación del plustrabajo
debe lograrse reduciendo el tiempo de trabajo necesario, y no, a la inversa,
abreviar el tiempo de trabajo necesario mediante la prolongción del plustrabajo.
En nuestro ejemplo, el valor de la fuerza de trabajo debe reducirse realmente
en 1/10 para que el tiempo de trabajo necesario decrezca en [382] 1/10
de 10 a 9 horas, y por tanto se prolongue el plustrabajo de 2 a 3 horas.
Pero esta reducción en 1/10 del valor de la fuerza de trabajo condiciona,
por su parte, que la misma masa de medios de subsistencia que antes se
producía en 10 horas se produzca ahora en 9. Ello es imposible, sin embargo,
si no se opera un aumento en la fuerza productiva del trabajo. Un zapatero,
por ejemplo, con determinados medios puede hacer un par de botines en una jornada
laboral de 12 horas. Si en el mismo tiempo debe hacer dos pares de botines,
la fuerza productiva de su trabajo habrá de duplicarse, y la misma no
puede duplicarsc sin una alteración en sus medios de trabajo o
en sus métodos de trabajo o en ambos a la vez. Tiene que efectuarse,
por ende, una revolución en las condiciones de producción
de su trabajo, esto es, en su modo de producción y por tanto en
el proceso laboral mismo. Por aumento en la fuerza productiva del trabajo
entendemos aquí, en general, una modificación en el proceso
de trabajo gracias a la cual se reduzca el tiempo de trabajo socialmente
requerido para la producción de una mercancía, o sea que una cantidad
menor de trabajo adquiera la capacidad de producir una cantidad mayor
de valor de uso [2]. Por consiguiente, mientras
que en el caso de la producción de plusvalor bajo la forma considerada
hasta aquí habíamos supuesto que el modo de producción
estaba dado, ahora, para la producción de plusvalor mediante la
transformación de trabajo necesario en plustrabajo, de ningún
modo basta que el capital se apodere del proceso de trabajo en su figura
históricamente tradicional o establecida y se limite a prolongar
su duración. Para aumentar la fuerza productiva del trabajo, abatir
el valor de la fuerza de trabajo por medio del aumento de la fuerza productiva
del trabajo y abreviar así la parte de la jornada laboral necesaria
para la reproducción de dicho valor, el capital tiene que revolucionar
las condiciones [383] técnicas y sociales del proceso de trabajo,
y por tanto el modo de producción mismo.
Denomino plusvalor absoluto al producido mediante la prolongación
de la jornada laboral; por el contrario, al que surge de la reducción
del tiempo de trabajo necesario y del consiguiente cambio en la proporción
de magnitud que media entre ambas partes componentes de la jornada laboral,
lo denomino plusvalor relativo.
Para abatir el valor de la fuerza de trabajo, el acrecentamiento de
la fuerza productiva tiene que hacer presa en los ramos industriales cuyos
productos determinan el valor de la fuerza de trabajo, y que por tanto pertenecen
al ámbito de los medios de subsistencia habituales o pueden sustituirlos.
Pero el valor de una mercancía no se determina solamente por la cantidad
de trabajo que le confiere su forma definitiva, sino también por la masa
de trabajo contenida en sus medios de producción. El valor de
unos botines, por ejemplo, no está dado sólo por el trabajo del
zapatero, sino también por el valor del cuero, de la pez, del hilo, etc.
El incremento de la fuerza productiva y el consiguiente abaratamiento de
las mercancías en aquellas industrias que suministran los elementos
materiales del capital constante, los medios de trabajo y el material
de trabajo par la producción de los medios de subsistencia imprescindibles,
abaten asimismo, pues, el valor de la fuerza de trabajo. Por el contrario, en
los ramos de la producción que no suministran medios de subsistencia
necesarios ni medios de producción para elaborarlos, la fuerza productiva
acrecentada no afecta el valor de la fuerza de trabajo.
Naturalmente, la mercancía abaratada sólo hace bajar el valor
de la fuerza de trabajo pro tanto, esto es, sólo en la proporción
en que entra en la reproducción de la fuerza de trabajo. Las camisas,
por ejemplo, son un medio de subsistencia necesario, pero sólo uno de
tantos. Su abaratamiento únicamente reduce el gasto que el obrero hace
en camisas. La suma total de los medios de subsistencia necesarios consta, sin
embargo, de diversas mercancías, cada una producto de una industria particular,
y el valor de cada una de esas mercancías constituye siempre una parte
alícuota del valor de la fuerza de trabajo. Este valor decrece con el
tiempo de trabajo necesario para su reproducción, y la reducción
total de este tiempo equivale [384] a la suma de las reducciones
en todos esos ramos particulares de la producción. Aquí operamos
con ese resultado general como si fuese el resultado directo y el objetivo
directo en todo caso singular. Si un capitalista, por ejemplo, abarata las
camisas gracias al aumento en la fuerza productiva del trabajo, en modo alguno
es necesario que persiga el objetivo de abatir pro tanto el valor de
la fuerza de trabajo y por ende el tiempo de trabajo necesario, pero
sólo en la medida en que coadyuve en último término a este
resultado, contribuirá a que se eleve la tasa general del plusvalor
[3] [4]. Es necesario
distinguir entre las tendencias generales y necesarias del capital y las formas
en que las mismas se manifiestan.
No hemos de considerar ahora el modo y manera en que las leyes inmanentes
de la producción capitalista se manifiestan en el movimiento externo
de los capitales, cómo se imponen en cuanto leyes coercitivas de la
competencia y cómo, por tanto, aparecen en cuanto motivos impulsores
en la conciencia del capitalista individual, pero desde ahora es claro
lo siguiente: el análisis científico de la competencia sólo
es posible cuando se ha comprendido la naturaleza intrínseca del capital,
así como el movimiento aparente de los cuerpos celestes sólo es
comprensible a quien conoce su movimiento real, pero no perceptible por los
sentidos. No obstante, fundándonos en los resultados ya alcanzados, debemos
hacer notar lo siguiente para que se comprenda la producción del plusvalor
relativo.
Si una hora de trabajo se representa en una cantidad de oro de 6 peniques ó
1/2 chelín, una jornada laboral de 12 horas producirá un valor
de 6 chelines. Supongamos que con la fuerza productiva dada del trabajo se terminaran
12 piezas de mercancías en esas 12 horas de trabajo. Digamos que es de
6 peniques el valor de los medios de producción, materia prima, etc.,
consumidos en cada pieza. En estas circunstancias cada mercancía costaría
1 chelín, a saber: 6 peniques por el valor de los medios de producción,
y otros 6 peniques por el valor nuevo agregado en su elaboración. Supongamos
ahora que un capitalista logra [385] duplicar la fuerza productiva del
trabajo y, por consiguiente, producir 24 piezas de esa clase de mercancías
en vez de 12, en la jornada laboral de 12 horas. Si el valor de los medios de
producción se mantuviera inalterado, el valor de cada mercancía
disminuirá ahora a 9 peniques, a saber: 6 peniques por el valor de los
medios de producción y 3 por el último trabajo nuevo agregado.
A pesar de la fuerza productiva duplicada, la jornada laboral sólo genera,
como siempre, un valor nuev de 6 chelines, pero éste se reparte ahora
en el doble de productos. Con lo cual en cada producto singular únicamente
recae 1/24 en vez de 1/12 de ese valor total, 3 peniques en vez de 6 peniques,
o bien, lo que es lo mismo, al transformarse en producto los medios de producción,
sólo se agrega a éstos, por cada pieza, media hora en vez de una
hora de trabajo entera, como ocurría antes. El valor individual
de esta mercancía se halla ahora por debajo de su valor social,
esto es, cuesta menos tiempo de trabajo que la gran masa del mismo artículo
producida en las condiciones sociales medias. La pieza cuesta 1 chelín,
término medio, o representa 2 horas de trabajo social, al transformarse
el modo de producción, cuesta sólo 9 peniques o no contiene más
que 1 1/2 horas de trabajo. El valor real de una mercancía, sin embargo,
no es su valor individual, sino su valor social, esto es, no se
mide por el tiempo de trabajo que insume efectivamente al productor en cada
caso individual, sino por el tiempo de trabajo requerido socialmente para su
producción. Por tanto, si el capitalista que emplea el nuevo método
vende su mercancía a su valor social de 1 chelín, la vende 3 peniques
por encima de su valor individual y realiza así un plusvalor extra
de 3 peniques. Pero, por otra parte, la jornada laboral de 12 horas se representa
ahora en 24 piezas de la mercancía, en vez de las 12 de antes. Por consiguiente,
para vender el producto de una jornada laboral necesitará una demanda
duplicada, o sea un mercado doblemente grande. Si las otras condiciones
se mantienen incambiadas, sus mercancías sólo conquistarán
un mercado más amplio si reducen sus precios. Aquel capitalista las venderá
por encima de su valor individual, pues, pero por debajo de su valor
social, digamos que a 10 peniques la pieza. De esa manera, de cada pieza
extraerá todavía un plusvalor extra de 1 penique. Este incremento
del plusvalor se operará para él, pertenezca o no su mercancía
al [386] ámbito de los medios de subsistencia imprescindibles
y, por tanto, forme parte determinante o no en el valor general de la fuerza
de trabajo. Prescindiendo por ende de la última circunstancia, para cada
capitalista existe el motivo de abaratar la mercancía por medio de una
fuerza productiva del trabajo acrecentada.
Con todo, aun en este caso la producción incrementada de plusvalor se
origina en la reducción del tiempo de trabajo necesario y en la consiguiente
prolongación del plustrabajo [5](bis).
Digamos que el tiempo de trabajo necesario asciende a 10 horas o el valor diario
de la fuerza de trabajo a 5 chelines, el plustrabajo a 2 horas, el plusvalor
producido cada día a 1 chelín. Pero nuestro capitalista produce
ahora 24 piezas, que vende a 10 peniques la pieza o, en total a 20 chelines.
Como el valor de los medios de producción es igual a 12 chelines, 14
2/5 piezas de la mercancía no harán más que remplazar el
capital constante adelantado. La jornada laboral de 12 horas se representa en
las otras 9 3/5 piezas. Siendo el precio de la fuerza de trabajo = 5 chelines,
en el producto de 6 piezas se representa el tiempo de trabajo necesario y en
3 3/5 piezas el plustrabajo. La relación entre el trabajo necesario y
el plustrabajo, que bajo las condiciones sociales medias era de 5:1, es ahora
únicamente de 5:3. Al mismo resultado se llega de la siguiente manera.
El valor del producto de la jornada laboral de 12 horas es de 20 chelines.
De éstos, 12 chelines corresponden al valor de los medios de producción,
el cual no hace más que reaparecer. Quedan por tanto 8 chelines como
expresión dineraria del valor en que se representa la jornada laboral.
Esta expresión dineraria es más elevada que la del trabajo social
medio de la misma índole: 12 horas de este trabajo se expresan apenas
en 6 chelines. El trabajo cuya fuerza productiva es excepcional opera
como trabajo potenciado, esto es, en lapsos iguales genera valores superiores
a los que produce el trabajo social medio del [387] mismo tipo. Pero
nuestro capitalista sigue pagando, como siempre, sólo 5 chelines por
el valor diario de la fuerza de trabajo. Por tanto el obrero ahora necesita
únicamente 7 1/2 horas para la reproducción de ese valor, en vez
de las 10 anteriores. Como vemos, su plustrabajo se acrecienta en 2 1/2 horas,
y el plusvalor por él producido pasa de 1 a 3 chelines. El capitalista
que emplea el modo de producción perfeccionado, pues, anexa al plustrabajo
una parte mayor de la jornada laboral que los demás capitalistas en la
mima industria. Hace individualmente lo que el capital hace en gran escala en
la producción del plusvalor relativo. Pero por otra parte, aquel plusvalor
extraordinario desaparece no bien se generaliza el nuevo modo de producción
y se extingue, con ello, la diferencia entre el valor individual
de la mercancía producida a más bajo costo y su valor social.
La misma ley de la determinación del valor por el tiempo de trabajo,
que para el capitalista que emplea el método nuevo se manifiesta en que
tiene que vender su mercancía por debajo de su valor social, impele
a sus rivales, actuando como ley coactiva de la competencia, a introducir
el nuevo modo de producción [6]. En último
término todo el proceso sólo afecta la tasa general del plusvalor,
por consiguiente, cuando el incremento de la fuerza productiva del trabajo ha
hecho presa en ramos de la producción, vale decir, ha abaratado mercancías,
que entran en la esfera de los medios de subsistencia imprescindibles y constituyen,
pues, elementos del valor de la fuerza de trabajo.
El valor de las mercancías está en razón inversa
a la fuerza productiva del trabajo. Igualmente, lo está, porque se
halla determinado por valores de las mercancías, el valor de la fuerza
de trabajo. Por el contrario, el plusvalor relativo está en razón
directa a la fuerza productiva del trabajo. Aumenta cuando aumenta la fuerza
productiva, y baja cuando ésta baja. En el supuesto de que el valor [388]
del dinero se mantenga incambiado, una jornada laboral social media de 12 horas
produce siempre el mismo producto de valor de 6 chelines, cualquiera que sea
la forma en que esta suma de valor se distribuya entre equivalente por el valor
de la fuerza de trabajo y plusvalor. Pero si a causa del aumento en la fuerza
productiva el valor de los medios de subsistencia diarios y por tanto el valor
diario de la fuerza de trabajo cae de 5 chelines a 3, el plusvalor aumentará
de 1 chelín a 3 chelines. Para reproducir el valor de la fuerza de trabajo
se necesitaban antes 10 horas de trabajo, y ahora únicamente 6. Han quedado
disponibles 4 horas de trabajo y se las puede anexar a los dominios del plustrabajo.
Por tanto, el impulso inmanente y la tendencia constante del capital son los
de aumentar la fuerza productiva del trabajo para abaratar la mercancía
y, mediante el abaratamiento de la mercancía, abaratar al obrero
mismo [7].
Al capitalista que la produce, le es indiferente en sí y para sí
el valor absoluto de la mercancía. Sólo le interesa el
plusvalor que se encierra en aquélla y que se puede realizar en la venta.
La realización del plusvalor implica de suyo la reposición del
valor adelantado. Ahora bien, como el plusvalor relativo aumenta en razón
directa al desarrollo de la fuerza productiva del trabajo, mientras que el valor
de las mercancías disminuye en razón inversa a ese mismo desarrollo;
como, por tanto, un mismo e idéntico proceso abarata las mercancías
y acrecienta el plusvalor contenido en ellas, queda resuelto el enigma consistente
en que el capitalista, a quien sólo le interesa [389] la producción
del valor de cambio, pugne constantemente por reducir el valor de cambio de
las mercancías. Contradicción con la que uno de los fundadores
de la economía política, el doctor Quesnay, atormentaba a sus
adversarios sin que los mismos pudieran responderle: "Reconocéis", dice
Quesnay, "que en la fabricación de productos industriales, cuanto más
se economice en los costos o en trabajos dispendiosos, sin detrimento para la
producción, tanto más ventajoso será ese ahorro porque
reducirá el precio de dichos productos. Y sin embargo creéis que
la producción de riqueza que resulta de los trabajos de los industriales
consiste en el aumento del valor de cambio de sus productos" [8].
Por ende, la economización de trabajo mediante el desarrollo de
la fuerza productiva del trabajo [9] de ningún
modo tiene por objeto, en la economía capitalista, la reducción
de la jornada laboral. Se propone, tan sólo, reducir el tiempo de
trabajo necesario para la producción de determinada cantidad de mercancías.
El hecho de que el obrero, habiéndose acrecentado la fuerza productiva
de su trabajo, produzca por ejemplo en una hora 10 veces más mercancías
que antes, o sea necesite para cada pieza de mercancía 10 veces menos
tiempo de trabajo que antes, en modo alguno impide que se le haga trabajar 12
horas, como siempre, y que en las 12 horas deba producir 1.200 piezas en vez
de las 120 de antes. E incluso existe la posibilidad de que simultáneamente
se prolongue su jornada laboral, [390] de tal modo que en 14 horas produzca
1.400 piezas, ctc. Por eso en economistas de la calaña de un MacCulloch,
Ure, Senior y tutti quanti [todos los demás] leemos en una página
que el obrero debe agradecer al capital porque éste desarrolla las fuerzas
productivas y reduce así el tiempo de trabajo necesario, y en
la página siguiente que le debe demostrar su gratitud trabajando en lo
sucesivo 15 horas en vez de 10. En el marco de la producción capitalista,
el desarrollo de la fuerza productiva del trabajo tiene por objeto abreviar
la parte de la jornada laboral en la cual el obrero tiene que trabajar
para sí mismo, y precisamente por eso prolongar la otra parte
de la jornada laboral, en la que aquél tiene que trabajar de balde
para el capitalista. Hasta qué punto también se puede alcanzar
este resultado sin abaratar las mercancías, es cosa que se pondrá
de manifiesto al examinar los procedimientos particulares de producción
del plusvalor relativo, examen al que pasamos ahora
. Volver al índice de El Capital Tomo 1
[1]
1 El valor del jornal medio se determina por lo que el obrero necesita "para vivir, trabajar y procrear".
(W.
Petty, "Political Anatomy"...
, p.
64.) "El precio del trabajo está constituido siempre por el precio de los medios de subsistencia imprescindibles." El obrero no percibe el salario correspondiente "siempre que...
el salario del obrero no alcance para mantener conforme a su bajo rango y a su posición social de obrero una familia tal como la que a menudo a muchos de ellos les toca en suerte".
(J.
Vanderlint, "Money Answers"...
, p.
15.) "El simple obrero, que no posee nada más que sus brazos y su diligencia, no tiene nada mientras no logra vender su trabajo a otros...
En todo tipo de trabajo debe ocurrir, y efectivamente ocurre, que el salario del obrero se reduzca a lo que necesita para procurarse la subsistencia." (Turgot, "Réflexions..., (Euvres", ed.
por Daire, t.
I, p.
10.) "El precio de los medios de subsistencia es igual, de hecho, al costo de producción del trabajo." (Malthus, "Inquiry into...
Rent", Londres, 1815, p.
48, nota.)
[2] 2 "Cuando las industrias se perfeccionan, esto no significa otra cosa que el descubrimiento de nuevas vías por las que se puede producir una mercancía con menos gente o (lo que es lo mismo) en menos tiempo que antes." (Galiani, "Della moneta", pp.
158, 159.) "La economía en los gastos de producción no puede ser otra cosa que la economía en la cantidad de trabajo empleado para producir." (Sismondi, "Études"..., t.
I, p.
22.)
[3] 3 "Si el fabricante [...], gracias al mejoramiento de su maquinaria [...], duplica sus productos...
sólo ganará (al fin de cuentas) en la medida en que ello le permita vestir más barato al obrero...
y de este modo recaerá en el obrero una parte menor del ingreso total" [[[147]]].
(Ramsay, "An Essay"..., pp.
168, 169.)
[4] [147] En TI 316 la cita de Ramsay dice así:
"Supongamos...
que gracias a mejoras en la maquinaria se duplican...
los productos...
del manufacturero...
Podrá vestir a sus obreros utilizando una parte menor del ingreso total...
y de esta suerte aumentará su ganancia.
Pero la misma no se verá afectada de otra manera."-- 384.
[5] 3 bis "La ganancia de un hombre no depende de que pueda disponer del producto del trabajo efectuado por otros hombres, sino de que pueda disponer del trabajo mismo.
Si puede vender sus mercancías a un precio más alto, manteniéndose inalterados los salarios de sus obreros, obviamente se beneficiará con ello...
Para poner el trabajo en movimiento bastará una parte menor de lo que él produce, y en consecuencia quedará para él una parte mayor." ([John Cazenove,] "Outlines of Political Economy", Londres, 1832, pp.
49, 50.)
[6] 4 "Si mi vecino, haciendo mucho con poco trabajo, puede vender barato, tengo que darme maña para vender tan barato como él.
De este modo, todo arte, oficio o máquina que trabaja con la labor de menos brazos, y por consiguiente más barato, engendra en otros una especie de necesidad y emulación o de usar el mismo arte, oficio o máquina, o de inventar algo similar para que todos estén en el mismo nivel y nadie pueda vender a precio más bajo que el de su vecino." ("The Advantages of the East-India Trade to England", Londres, 1720, p.
67.)
[7] 5 "Cualquiera que sea la proporción en que se reduzcan los gastos de un obrero, en esa misma proporción se reducirá también su salario, siempre que al mismo tiempo se supriman las limitaciones a la industria." ("Considerations Concerning Taking off the Bounty on Corn Exported"..., Londres, 1753, p.
7.) "El interés de la industria exige que el trigo y todos los medios de subsistencia sean lo más baratos posible, pues cualquier cosa que los encarezca encarece también el trabajo...
En todos los países en que la industria está exenta de restricciones, el precio de los medios de subsistencia afecta necesariamente al precio del trabajo.
Éste disminuirá siempre que se abaraten los medios de subsistencia." (Ibídem, p.
3.) "Los salarios decrecen en la misma proporción en que se acrecientan las fuerzas productivas.
La maquinaria, es verdad, abarata lo medios de subsistencia imprescindibles, pero también abarata al obrero." ("A Prize Essay on the Comparative Merits of Competition and Co-operation", Londres, 1834, p.
27.)
[8] 6 "Ils conviennent que plus on peut, sans préjudice, épargner de frais ou de travaux dispendieux dans la fabrication des ouvrages des artisans, plus cette épargne est profitable par la diminution du prix de ces ouvrages.
Cependant ils croient que la production de richesse qui résulte des travaux des artisans consiste dans l'augmentation de la valeur vénale de leurs ouvrages." (Quesnay, "Dialogues sur"..., pp.
188, 189.)
[9] 7 "Esos especuladores, tan ahorrativos del trabajo de los obreros que tendrían que pagar." (J.
N.
Bidaut, "Du monopole qui s'établit dans les arts industriels et le commerce", París, 1828, p.
13.) "El empresario hará siempre todos los esfuerzos posibles para economizar tiempo y trabajo." (Dugald Stewart, "Works", ed.
por sir W.
Hamilton, t.
VIII, Edimburgo, 1855, "Lectures on Political Economy", p.
318.) "El interés de ellos" (de los capitalistas) "es que las fuerzas productivas de los obreros que emplean sean lo mayor posibles.
Su atención se centra, y se centra casi exclusivamente, en promover esa fuerza." (R.
Jones, "Textbook of Lectures"..., lección III.)
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